lunes, 5 de noviembre de 2012

Cuantificación de la reducción de emisiones de CO2 derivada del uso de la bicicleta

Entre 1990 y 2007, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte en la UE aumentaron un 36%, mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de otros sectores se redujeron en un 15% durante el mismo periodo. Mientras tanto, la lucha contra el cambio climático se ha convertido en un eje central de la política europea de transporte y, en general, de toda la política europea. Para el año 2050, la UE  se ha fijado el objetivo de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 80-95% en comparación con los niveles registrados en 1990. Por consiguiente, el sector del transporte deberá reducir sus emisiones aproximadamente en un 60%.

La bicicleta es un medio de transporte no contaminante y libre de ruidos que no tiene efecto negativo alguno en la salud de los ciudadanos.
No emite ninguno de los gases que afectan a la calidad del aire urbano –óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos (HC) o monóxido de carbono (CO), partículas y otros–, hecho que ayuda a reducir los niveles de contaminación en la ciudad. La bicicleta no contribuye tampoco a potenciar el cambio climático, puesto que no emite gases de efecto invernadero (dióxido de carbono o CO2, principalmente).
Todo lo contrario de lo que sucede con los vehículos a motor, ya que éstos son la causa principal de contaminación atmosférica y acústica, y el origen de impactos ambientales tanto a escala local como global.
Hay que tener en cuenta que, actualmente, el transporte es una de las principales fuentes de emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero en el mundo. El aumento del número de vehículos a motor y de la distancia recorrida genera un gran volumen de gases que afectan la calidad del aire y perjudican la salud de las personas, sobre todo en las ciudades.
Otro aspecto que debe considerarse con relación al tráfico de vehículos a motor en la ciudad es el ruido, ya que ocasiona alrededor de un 80% de la contaminación acústica en las zonas urbanas.


El transporte emite cada año unos 6.000 millones de toneladas de CO2, el principal gas de efecto invernadero. Un 85% de este volumen corresponde a los medios de desplazamiento rodados. El motor de combustión interna de un coche genera unos 0,17 kg de CO2 por cada kilómetro recorrido. La bicicleta no emite ningún gas.  

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